Parroquia de Cristo Rey
Parroquia de Cristo Rey

Marcha al Cristo de Monteagudo

Reflexión realizada por D. Salvador, en la tradicional parada de la Marcha en nuestra parroquia.

SENTIR Y VIVIR A CRISTO COMO EL CAMINO                    

 “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jn14,5-14)

 

Todos sabemos que para ganar y ahorrar tiempo y evitar problemas y ser eficaces hemos de definir de modo claro nuestros objetivos y marcar una meta.

Esta tarde esa meta está en el cerro de Monteagudo desde  donde se venera la imagen del Corazón de Jesús. El secreto en el seguimiento es poner ante nuestros ojos a quien va delante, como Buen Pastor. ”… él llama a las ovejas por su nombre y las saca fuera del redil. Cuando han salido todas las suyas, se pone delante de ellas y las ovejas lo siguen, pues conocen su voz.” (Jn. 10, 3-4).

 

Sabemos o por lo menos, nos lo dicen, que somos ciudadanos del cielo, que vamos caminando y estamos en movimiento, aunque algunos ni lo saben, solo Dios sabe dónde. Confiamos en un Dios Padre, lleno de compasión y misericordia: “Cómo un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por nosotros sus fieles. El sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos polvo” (Salmo 103), recitamos con el salmista.

 

Caminamos hacia Dios Padre, guiados por el camino de Jesús y animados por la fuerza del Espíritu, con la certeza que nos da la fe, aunque débil, “que los que confían en él no quedan defraudados” (Salmo 24).

 

Nosotros nos esforzamos y luchamos por ser felices y lo creemos que es en Dios cuándo “le veamos tal cual es” o encontremos el descanso en El: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré” (Mt. 11,28)

 

Pero “nadie puede llegar hasta el Padre Dios, sino por mi (Jn. 14,6)). Por eso, una vez marcada la meta, tenemos estos medios a nuestro alcance y los tenemos a través de Jesús, nuestro camino.

En nuestro caminar y a lo largo de nuestra peregrinación existencial nos podremos despistar y entretener con muchos cantos de sirena, pero en Jesús tenemos la Verdad.

En nuestro peregrinar por este mundo podremos coquetear “con tantas que nos ofrecen plenitud y que no son más que mentiras que desgastan la inquietud” (canción de Kairoi – María, la madre buena), pero en Jesús está la Vida.

 

En nuestra ruta estamos tentados, como el pueblo de Israel, por la sed en muchos aspectos y que nos lleva a beber en charcas o aljibes contaminados  “Mi pueblo ha cometido un doble crimen: me han abandonado a mí, fuente de agua viva, para excavarse aljibes, aljibes agrietados, que no retienen el agua” (Jer. 2, 13) y es en Jesús donde está la fuente de agua viva.

 

En todo camino, como en la vida misma se agradece cualquier detalle que nos suavize nuestra cruz. Recibid nuestra acogida y los pequeños detalles de agua, zumos, servicios, cantos, sonido de campanas,… como algo que os recuerde y nos recuerde que hemos de ser Cirineos de nuestros hermanos en su caminar hacia el calvario, la cruz, animados por la Resurrección de JXto.

 

Como nos dice el papa Francisco en la Exhortación la “Alegría del amor”: “Bajo el impulso del Espíritu, la familia se abre, sale de sí para derramar su bien en otros, para cuidarlos y buscar su felicidad. Esta apertura se expresa particularmente en la hospitalidad, alentada por la Palabra de Dios y de un modo sugestivo: “No olvidéis la hospitalidad: por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles” (Hb. 13, 2). Cuando la familia acoge y en este caso la familia parroquial de Cristo Rey y cuando sale hacia los demás, especialmente hacia los pobres y abandonados, es “símbolo, testimonio y participación de la maternidad de la Iglesia”. (AL 324).

 

Que en nuestro camino hecho oración, invoquemos la fuerza del Espíritu para que sepamos acompañar, discernir, reflexionar e integrar la fragilidad nuestra y la de nuestros hermanos, a la hora de seguir a Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida, que nos llevará al padre de las misericordias y Dios de todo Consuelo.

 

Hagamos nuestra las palabras finales de la Exhortación del Papa: “Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites y cada familia debe vivir en ese estímulo constante. Caminemos familias, sigamos caminando. Lo que se nos promete es siempre más. No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido.” (AL 325).

 

Que la Virgen Madre, como dice la canción: “Tú has llenado mi existencia al quererme de verdad. Yo quisiera Madre Buena amarte más” y Xto Salvador nos acompañe ahora y siempre en nuestro peregrinar por la vida. Así sea.

 

Rvdo. Salvador Soler Chico

Párroco de Cristo Rey

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