25 de noviembre 2018
Queridos feligreses y vecinos del Barrio:
Acabamos el año litúrgico y lo hacemos con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, titular de nuestra parroquia. El próximo domingo iniciamos el Adviento y por tanto, otro ciclo litúrgico.
Hoy destacamos sobre todo cuál es el programa del Reino de Dios: es un reino de justicia, de paz, de amor, de verdad,… es todo lo que vemos en Jesús de Nazaret, el rostro misericordioso de Dios y que dice sin miedo a la pregunta de Pilato: “Entonces, ¿tú eres rey? Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Juan, 18, 33- 37).
Por esa razón, necesitamos aquí y ahora su reino en nuestro mundo, en nuestras familias, entre nosotros, por eso pedimos siempre que rezamos el Padrenuestro y decimos: “venga a nosotros tu reino”.
Los cristianos, todos nosotros, estamos invitados y convocados como laicos/as comprometidos/as a trabajar por la construcción del Reino de Dios en la tierra.
Observamos que frente a la oferta de este Reino de Dios, la gente del mundo y por cierto con muchos recursos y logística para vender humo y mentiras, son muy hábiles y actúan sin vergüenza y sin pudor. Ante esto Jesús nos alerta: “Los hijos de la tinieblas que son más astutos que los hijos de la luz” (Lucas, 16, 1-13), van construyendo y nos ofrecen un reino que no es el Reino que Dios: reino de poder, de dinero, de mentira, de corrupción, de injusticia, de opresión, de odio, de terrorismo, de violencia, de guerra, de postureo, de hipocresía,…que dista mucho del Reino de Dios.
S. Cirilo de Alejandría dice: “Nosotros no anunciamos solo la primera venida de Cristo sino también la segunda venida que será mucho más espléndida que la primera. La primera estuvo acompañada de sufrimientos, la segunda será coronada por la realeza divina… En la primera se sometió a la humillación en la cruz, en la segunda será glorificado por los coros celestiales”.
Este Reino de Dios se ha ido proclamando desde nuestra parroquia y con los medios a su alcance desde el año 1959, año de su creación. Nuestra gratitud y reconocimiento a tantas personas que han colaborado y ayudado a esta parroquia en las diferentes etapas difíciles por las que ha pasado.
Si miramos hacia atrás, esta familia parroquial ha crecido mucho: en su población, en infraestructura, en gente comprometida en diferentes servicios parroquiales, es conocida en Murcia,… Todo esto y más es motivo para dar gracias una vez más a Dios y a las personas que colaboráis desde distintos frentes, pese a nuestra fragilidad y debilidad.
Y es una nueva oportunidad para pediros vuestra ayuda humana (tiempo), espiritual (rezad), económica, … para seguir siendo constructores del Reino de Dios en nuestros barrios de La Flota – Atalayas, aunque a veces experimentéis la soledad, indiferencia y no reconocimiento a vuestra labor.
Somos conscientes de las dificultades y el Señor nos alerta: “la mies es mucha (el trabajo es excesivo) y los obreros (las personas comprometidas) son pocas. Rogad al dueño de la mies que mande obreros a su viña” ( a la parroquia). (Mateo, 9, 37
En esta etapa de construcción espiritual y material, no olvidemos lo que Jesús nos dice para estar en actitud positiva para ir sumando: “ …el que no está contra nosotros está a favor nuestro” (Marcos, 9, 40).
Además de ese reto de hacer presente el Reino de Dios en nuestro mundo, hemos de afrontar el llevar a
cabo el proyecto de este complejo parroquial. En este momento estamos en otra fase de construcción. Se ha acondicionado la cripta para trasladar allí las celebraciones festivas (sábados y domingos),
mientras se lleva a cabo las obras en el interior del templo y que ponemos en las manos, la experiencia, y el saber hacer de los técnicos y la constructora Restauralia Cartago responsable de llevar a
feliz término la obra.
Que el Señor nos bendiga y proteja, nos conceda Sabiduría y Fortaleza para afrontar los momentos de cruz que nos vengan, pero siempre en la esperanza de que la vida, la Resurrección tengan la última palabra.
Que la Virgen Madre de Dios y madre nuestra no acompañe.
Concluyo con una bella oración y canción:
Bajo tu amparo nos acogemos santa madre de Dios,
no desoigas la oración de tus hijos necesitados,
líbranos de todo peligro, por siempre virgen gloriosa y bendita.
Amén.
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